En una reciente declaración, Alberto Alonso, director de Gogora-Instituto de la Memoria, ha expresado su inquietud por la interpretación que algunos hacen de los miembros de ETA, en especial de Jon Paredes Manot 'Txiki' y Ángel Otaegi, cuyos nombres han surgido en las celebraciones locales de Euskadi. Alonso ha subrayado la importancia de no equiparar a estos dos individuos, que fueron ejecutados durante el régimen franquista, con los antifranquistas que realmente lucharon por la democracia en España.
Estas afirmaciones se producen en un contexto donde, en diversas festividades a lo largo del País Vasco, se han visto pancartas y retratos de Txiki y Otaegi. En particular, el partido Sortu ha solicitado al Ayuntamiento de Zarautz que reconozca a estos personajes como "luchadores vascos" contra el franquismo. Sin embargo, el director de Gogora ha afirmado que es crucial distinguir entre los que se opusieron al régimen con principios democráticos y aquellos que utilizaron tácticas violentas.
Alonso ha señalado que, aunque Txiki y Otaegi son indiscutiblemente víctimas del franquismo, la línea entre ser víctima y ser un luchador por la libertad no es tan clara. Al recordar que estos individuos recurrieron a métodos violentos para avanzar su causa, ha enfatizado que utilizar el mismo tipo de terror que empleaba el régimen franquista deslegitima su lucha. "No podemos mezclar las historias", ha mencionado, dando a entender que su legado no merece el mismo homenaje que aquellos que realmente lucharon por un futuro democrático.
El director del instituto también ha criticado la percepción de que existe una "ETA buena" y una "ETA mala", advirtiendo que en el año previo a la muerte de Txiki y Otaegi, ETA había perpetrado ataques terroristas que resultaron en la muerte de trece personas. “ETA no fue más que una organización terrorista desde su origen”, ha afirmado, insistiendo en que su objetivo siempre fue infundir miedo y terror en la sociedad.
Alonso ha declarado que no todos los que se oponían al franquismo merecen ser honrados, argumentando que muchos de ellos, como Txiki y Otaegi, empleaban tácticas similares a las del régimen que combatían. “No podemos caer en la confusión”, ha matizado, subrayando que es fundamental distinguir entre quienes realmente buscaban un cambio democrático y aquellos que solo deseaban imponer su propia agenda.
Además, ha mencionado su preocupación ante la posible reaparición de actos públicos que glorifican a los presos de ETA, advirtiendo que es necesario un análisis profundo sobre el progreso de estas exhibiciones. También ha resaltado que los carteles que muestran a estos reclusos requieren de una crítica contundente por parte de la sociedad.
El director de Gogora ha lamentado que muchos discursos sobre los reclusos carecen del contexto necesario. Al referirse a la forma en que son presentados, ha criticado que frecuentemente se ignoren las razones por las cuales están tras las rejas. "Hablar de ellos como luchadores por un pueblo oprimido es simplificar una historia llena de violencia y terror", ha argumentado.
Alonso ha enfatizado la necesidad de recordar que estos prisioneros no están encarcelados por sus ideas, sino por el uso de la violencia como medio para alcanzar sus fines. “No se puede transitar por el camino de la violencia para lograr objetivos políticos”, ha insistido, indicando que el olvido de estas verdades puede llevar a una interpretación errónea de la historia.
Por último, ha expresado su preocupación por el romanticismo que rodea estas narrativas, señalando que muchas de estas iniciativas pasan por alto el sufrimiento que ambos personajes y ETA en su conjunto han causado. En respuesta a las declaraciones de Sare sobre la legitimidad de las exigencias por los derechos de los presos, Alonso ha aseverado que aunque todos tienen derecho a hacer peticiones, estas no pueden distorsionar los hechos históricos.
El director del Instituto de la Memoria también ha planteado un paralelismo inquietante, sugiriendo que seria inapropiado que un grupo de extrema derecha reivindicara la liberación de maltratadores encarcelados por violencia de género, apuntando a la necesidad de una discusión más honesta sobre el impacto de la violencia en cualquier forma de lucha.
Finalmente, ha instado a la adherencia a la ley en relación con las respectivas sentencias de los miembros de ETA, afirmando que aquellos que se niegan a mostrar arrepentimiento deben aceptar las consecuencias de sus acciones. Ha señalado que muchos de los que han conseguido avanzar en el sistema penitenciario son quienes han mostrado remordimiento y aceptación del daño causado.
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