• sábado 1 de abril del 2023

Las vascas prosiguen patrones mucho más sostenibles de movilidad o nutrición pero padecen mucho más la pobreza energética

img

Un informe de Ihobe y Emakunde sobre cambio climático y género comprueba su infrarrepresentación en órganos de resolución sobre tiempo y energía

BILBAO, 3 Mar.

Un informe elaborado por Ihobe y Emakunde sobre cambio climático y género comprueba que, a pesar de que las mujeres vascas prosiguen patrones mucho más sostenibles de movilidad o nutrición, y detallan mayor preocupación y deber por estilos de vida sostenibles, padecen mucho más la pobreza energética y, en grupo, están infrarrepresentadas en los órganos de resolución sobre tiempo y energía.

Estas son ciertas conclusiones del primer informe sobre cambio climático y género efectuado en Euskadi que, bajo el título "El cambio climático en Euskadi desde la visión de género" fué elaborado por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco (Ihobe) y el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, donde se examinan las causas, los efectos, el liderazgo y la participación en la acción climática desde la visión de género.

El archivo, dado a comprender este viernes en Bilbao por la viceconsejera de Sostenibilidad Ambiental, Amaia Barredo, y la directiva de Emakunde, Miren Elgarresta, pone el foco en investigar "quién ayuda en mayor medida al cambio climático, sobre quién recaen sus impactos negativos y qué papel adoptan mujeres y hombres frente este desarrollo" explicó Barredo.

El estudio comprueba primeramente que "hombres y mujeres contribuyen de forma dispar al cambio climático, condicionados por las reglas sociales y permisos de género", conceptos que comprometen diferencias en los patrones que unas y otros contestan en sus hábitos de vida, de consumo y también, aun, en su forma de ver y tener relaciones con el mundo y sus elementos.

El ámbito de la movilidad y el transporte es el que mayor peso tiene en las emisiones de efecto invernadero de Euskadi, donde el 60% de las emisiones totales de este campo corresponde al transporte de personas. En este sentido, el informe mantiene que, hoy en día, las mujeres contribuyen a una disminución de las emisiones mediante patrones de movilidad mucho más sostenibles, basados en recorridos caminando o en transporte público.

Además, las mujeres en Euskadi prosiguen patrones mucho más sostenibles en lo que se refiere a movilidad y nutrición. Pero, condicionadas en buena medida por el papel que desempeñan cerca de cuidados o las tareas del hogar, efectúan recorridos mucho más cortos y lo hacen caminando o en transporte público, al paso que los hombres priorizan, en mayor medida, la utilización del vehículo privado. Igualmente, una mayoría de mujeres fundamentan su dieta en alimentos de origen vegetal en frente de los de procedencia animal.

El estudio alarma de que las mujeres padecen en la mayoría de los casos la pobreza energética, lo que las pone en situación de mayor puerta de inseguridad frente al cambio climático y sus secuelas mucho más directas. Ello es debido, esencialmente, a "las desigualdades estructurales" en la distribución de la renta lo que, según el informe, "limita su aptitud para invertir en elementos mucho más sostenibles como energías renovables o eficacia energética".

Tal y como se recopila en el estudio, "realizar en frente de la pobreza energética necesita de un enfoque de género y de resoluciones integrales que aborden la problemática popular y, al tiempo, posibiliten a las mujeres el ingreso a resoluciones energéticas modernas, fiables y accesibles" ha detallado Miren Elgarresta.

En cuanto a los hábitos de consumo y la administración de restos, por norma general, hombres y mujeres sostienen tendencias afines. Sin embargo, en lo relacionado al consumo de alimentos, se puede decir que los patrones de nutrición de las mujeres son mucho más sostenibles, al estar basados en un mayor consumo de fruta y verdura y un menor consumo de artículos cárnicos.

Respecto a la relación entre fenómenos climáticos extremos y salud, más allá de que no hay datos definitivos de ámbito autonómico, "estudios de todo el mundo señalan a que las mujeres son mucho más atacables que los hombres frente acontecimientos de temperaturas extremas" puede leerse en el informe.

El hecho de que las mujeres acepten en la mayoría de los casos tareas del hogar y el precaución de personas dependientes provoca que pasen mucho más tiempo en la vivienda que los hombres. En este contexto, las mujeres que están en ocasiones de pobreza y cuyas casas tienen aislamientos de baja calidad son mucho más atacables, por consiguiente, a los efectos de las elevadas temperaturas.

Otro de los puntos que aborda el informe es la participación igualitaria en la toma de resoluciones como aspecto clave en el momento de emprender el cambio climático. Algunos estudios consultados ponen de manifiesto que las mujeres detallan mayor preocupación y predisposición a adoptar acciones de cambio de hábitos y un mayor deber y disponibilidad frente estilos de vida mucho más sostenibles.

También se apunta que las mujeres actuarían de manera diferente a los hombres frente a la toma de resoluciones socias al cambio climático en puestos de dirección; no obstante, la verdad hoy en día es que "las mujeres están infrarrepresentadas en los órganos de toma de resoluciones sobre el cambio climático, tanto en la administración como en los niveles diferentes de gobierno y, por consiguiente, son minoría entre quienes marcan el rumbo de la acción climática y energética en todo el mundo" ha criticado Elgarresta.

El cambio climático en Euskadi desde la visión de género quiere ser útil como punto de inicio en el momento de integrar de forma eficaz la transversalidad de la dimensión de género en las políticas de transición energética y cambio climático. Sus desenlaces tienen la posibilidad de sercrucialesa la hora de hacer más simple la integración de la visión de género en la Hoja de Ruta de Transición Energética y Cambio Climático de Euskadi 2050, en la actualidad en desarrollo de avance.

El estudio expone 4 enormes desafíos, desplegados en veinta acciones clave, para garantizar la visión de género en la acción climática y la transición energética en el territorio. Los desafíos se concretan,primeramente, en integrar el enfoque de género y la visión ecofeminista en los espacios de reflexión y resolución sobre cambio climático y transición energética.

En segundo rincón, se pone el foco en la necesidad de apostar por modelos sociales y económicos mucho más sostenibles que pongan a la gente en el centro antes que los intereses de tipo económico. El tercer reto busca ofrecer contestación a la necesidad de ingresar la visión de género en las medidas de adaptación al cambio climático.

El cuarto y último reto busca enfatizar la necesidad de que, tanto el tiempo y la transición energética, como el género y su combinación, "permeen en la administración de manera transversal", gracias a su relevancia y también incidencia en la mayor parte de los ámbitos colega económicos, explicó la directiva de Emakunde.

El informe detalla asimismo los efectos ventajosos que podrían tener ciertas medidas específicas. Así, las comunidades locales de energía tienen la posibilidad de contribuir a atenuar la pobreza energética. Sin embargo, en el momento de su implantación, resulta escencial integrar a las mujeres en estos proyectos desde la etapa de diseño y asegurar su ingreso a los espacios de toma de resolución de estas comunidades para asegurar que se visibilicen sus intereses y pretensiones concretas y también integrar resoluciones.

El reparto de tareas y la corresponsabilidad, singularmente en los cuidados, puede asistir al cambio en los patrones de movilidad y, de esta manera, contribuir a achicar el encontronazo en las emisiones. Apostar por modelos urbanísticos sólidos que tengan presente el enfoque de género y pongan la vida y a la gente en el centro asimismo tienen la posibilidad de ayudar a achicar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Más información

Las vascas prosiguen patrones mucho más sostenibles de movilidad o nutrición pero padecen mucho más la pobreza energética