Crónica País Vasco.

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Más del 60% de los niños de primaria comen frente a pantallas, alterando sus hábitos, revela Eroski.

Más del 60% de los niños de primaria comen frente a pantallas, alterando sus hábitos, revela Eroski.

En un claro reflejo de la influencia familiar en la alimentación de los más jóvenes, un nuevo estudio revela que para el 90% de los niños, los progenitores son los principales referentes en cuanto a hábitos alimenticios, lo que implica una carga de responsabilidad significativa para las familias en la formación de los hábitos de sus hijos.

La encuesta, realizada por la Fundación Eroski, pone de manifiesto que más del 60% de los escolares de primaria, con edades entre 8 y 12 años, en las comunidades del norte de España, almuerzan ante pantallas. Esta práctica, según los especialistas, tiene un impacto negativo en sus hábitos alimentarios. Alejandro Martínez Berriochoa, director de la Fundación y de la Escuela de Alimentación de Eroski, presentó este informe en San Sebastián, durante un acto celebrado en el Kursaal, con motivo del 50 aniversario de Eroski Consumer.

El estudio, que se llevó a cabo a través de 39 preguntas dirigidas a 2.126 escolares de diferentes comunidades autónomas durante los meses de mayo a septiembre de este año, ha mostrado que el 92% de los niños afirmaron que su opinión es considerada en la elaboración de la lista de la compra familiar. Casi la mitad de estos pequeños (45%) acompaña siempre a sus padres a realizar la compra, mientras que el restante los acompaña solamente en ocasiones.

En el ámbito de la cocina, el 82% de los menores señala que ayuda, al menos de forma ocasional, en la preparación de las comidas. Sin embargo, este porcentaje disminuye al 72% en el País Vasco, lo que sugiere un patrón diferente en la participación de los niños en el proceso culinario, de acuerdo a lo indicado por Martínez.

El estudio también revela que el 90% de los niños encuestados afirma realizar cinco comidas diarias; no obstante, un 10% admite no merendar. Asimismo, el desayuno y la merienda son las comidas que más se consumen en soledad, con un 18% y un 25% respectivamente. Esta tendencia es preocupante, ya que, según Martínez, las comidas no solo cumplen una función nutricional, sino también social. La falta de compañía en estas ocasiones está relacionada con un aumento en el uso de dispositivos electrónicos durante las comidas.

En términos de hidratación y consumo de alimentos, el estudio señala que, aunque el 94% de los encuestados prefieren el agua como bebida principal en las comidas, aún un 27% opta por zumos, un 19% por refrescos y un 22% por otras bebidas sin gas. Martínez se refirió a la noción errónea que muchas veces persiste alrededor de lo que se considera saludable, mencionando que incluso los zumos naturales pueden no ser una opción adecuada debido a su elevado contenido en azúcares.

Extrañamente, el 92% de los niños consultados consume con regularidad alimentos poco saludables como hamburguesas, pizzas y patatas fritas, mientras que un 44% se entrega a la bollería y los dulces más de tres veces por semana. Martínez afirmó que, aunque estos productos forman parte de la dieta habitual, su consumo debería ser ocasional, dado su alto valor calórico y la preocupación que representan para la creciente tasa de sobrepeso y obesidad infantil.

En comparación con otras regiones de España, los menores en el País Vasco muestran un consumo ligeramente inferior de refrescos (16%) y alimentos poco saludables (89%). En términos de influencia sobre las decisiones alimentarias de los niños, destacan los progenitores; el 90% de los participantes considera a su familia como la principal referencia en cuanto a hábitos de alimentación. Esto resalta la responsabilidad que tienen los padres para inculcar buenos hábitos desde temprana edad, especialmente puesto que los niños son particularmente receptivos a la guía adulta en esta etapa de sus vidas.

Por otro lado, el estudio evidenció que el 14% de los niños admite que solicita alimentos que ha visto en redes sociales o en la televisión. Más de la mitad de los encuestados (66%) reconoció que ve televisión mientras come, y un 33% utiliza dispositivos como tabletas o videoconsolas durante las comidas, una práctica desaconsejada que podría alterar sus hábitos alimentarios, aunque en el País Vasco este porcentaje desciende al 58%.

Martínez también hizo hincapié en que un 54% de los hogares participantes en el estudio asocia la alimentación con recompensas, lo que puede distorsionar la percepción de ciertos alimentos como deseados o especiales. Este fenómeno es menos común en el País Vasco, donde solo un 37% de los hogares lo practica, el índice más bajo del estudio. Además, la relación entre la comida y las emociones se hace evidente, pues el 47% de los participantes indicó que tienden a comer más cuando se sienten felices, mientras que el 45% consume menos cuando están tristes, y un 34% lo hace cuando están enfadados.

En situaciones de estrés, el 30% de los niños apunta que come menos y el 14% menciona que come más. Martínez resalta la importancia de que los niños aprendan a identificar sus emociones, lo cual les permitirá ser más conscientes de cómo estas influyen en sus decisiones alimentarias a lo largo de la vida.

Finalizando su intervención, el director de la Fundación Eroski subrayó que la alimentación saludable debe ser un esfuerzo conjunto, lo que requiere de familias informadas, educadores comprometidos y políticas públicas que apoyen la adopción de buenos hábitos desde la infancia. La encuesta, que se planea repetir el próximo año, destaca un amplio margen de mejora en la educación alimentaria, reafirmando así el compromiso de la Fundación Eroski con la promoción de una alimentación adecuada a través de su Programa Educativo en Alimentación y Hábitos de Vida Saludables, en el que han participado más de 2 millones de escolares, de los cuales 209.179 son de centros del País Vasco.