Pradales alerta sobre el peligro de un declive en la democracia y los derechos humanos, abogando por una convivencia diversa.
VITORIA, 10 de noviembre.
Este lunes, el lehendakari Imanol Pradales ha ofrecido una contundente advertencia en el marco del 'Día de la Memoria'. Ha señalado que tanto la democracia como los derechos humanos no son realidades garantizadas, y ha enfatizado que el riesgo de retroceso es innegable, a la luz de ciertos episodios recientes en Euskadi, que incluyen incidentes violentos contra la Ertzaintza y un altercado entre grupos de Falange y de la izquierda abertzale el pasado octubre en Vitoria-Gasteiz.
El lehendakari presidió una ceremonia en el Palacio Europa de Vitoria-Gasteiz, donde se homenajeó a las víctimas de ETA, del GAL, de la extrema derecha y de la violencia policial injustificada.
El evento tuvo la presencia de representantes de los principales partidos políticos de Euskadi, excepción hecha del PP y Vox, quienes, al igual que en ediciones anteriores, decidieron no participar, argumentando que el acto mezcla diferentes tipos de violencia, diluyendo así la gravedad del terrorismo de ETA.
Pradales subrayó la esencialidad de construir una convivencia plural y comprometida con los derechos humanos, un objetivo que considera prioritario para Euskadi.
El lehendakari enfatizó que "el olvido no es una opción" y que no se puede pasar página sin reflexionar sobre el pasado. Instó a crear una memoria nacional inclusiva que supere la tendencia de dividir entre "nosotros" y "ellos".
Según sus palabras, esta memoria debe protegerse de la "instrumentalización del sufrimiento" y situar a las víctimas en el centro de la narrativa. Citó al académico Xabier Etxeberria, recordando que la solidaridad implica que "todas las víctimas son de todos", mientras que la apropiación lleva a que "ninguna lo sea".
Pradales remarcó que, al observar ciertos eventos recientes en Euskadi, se hace evidente que aún queda mucho camino por recorrer y que el peligro de un retroceso es palpable.
A pesar de esto, afirmó que la democracia dispone de mecanismos para protegerse frente a extremismos y intolerancia, sugiriendo que la manera de combatir estas amenazas es fortalecer los valores humanistas fundamentales.
También subrayó la importancia de recordar el impacto de la violencia en la sociedad, así como el valor de aquellos que salieron a defender la paz, haciendo hincapié en la necesidad de compartir este mensaje con las nuevas generaciones, quienes no han vivido los tiempos más oscuros de su historia.
Pradales subrayó la urgencia de aprender de los errores del pasado para no volver a caer en ellos, advirtiendo así sobre la fragilidad de la democracia y los derechos humanos.
En su intervención, la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, también hizo hincapié en que las víctimas de la violencia no deben ser olvidadas y abogó por mantener viva su memoria, así como por un futuro optimista para todos.
La consejera también comentó que se están viendo resurgir intentos de polarización en la sociedad, así como esfuerzos por monopolizar el dolor de unas víctimas para deslegitimar a otras.
“La diversidad de este acto ilustra que podemos unir fuerzas para reivindicar la convivencia y el respeto a los derechos humanos, pilares necesarios para construir una sociedad democrática,” agregó.
San José concluyó señalando que las víctimas son un recordatorio de que la sociedad no debe permanecer callada ante las violaciones de derechos humanos, instando a alzar la voz y actuar frente a las injusticias que se producen en otros lugares del mundo.
La ceremonia también contó con la participación de Maixabel Lasa, quien brindó su testimonio como exdirectora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo; Ixone Fernández, quien fue detenida por presunta colaboración con ETA; y Amelia Machin Barrena, nieta de un coronel asesinado por ETA.
Amelia Machin expresó que los actos de reconocimiento institucional proporcionan apoyo a las víctimas, evitando que su sufrimiento caiga en el olvido.
Ixone Fernández relató el dolor que le causó observar la impunidad de aquellos responsables de torturas, señalando la importancia de su propia experiencia en el contexto del Protocolo de Estambul.
Finalmente, Lasa recordó su misión de acabar con el abandono institucional hacia las víctimas, destacando la necesidad de llevar sus relatos a la educación y fomentar espacios de encuentro entre víctimas y victimarios.
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