En la primera quincena de agosto, Euskadi ha sido escenario de una alarmante ola de calor que ha provocado el fallecimiento de 26 personas, una cifra que supera con creces las muertes registradas por razones similares en todo el mes de agosto del año anterior. Estos datos, proporcionados por el Ministerio de Sanidad, reflejan un serio problema de salud pública relacionado con las altas temperaturas.

Este aumento significativo en la mortalidad se ha producido durante un periodo en el que las autoridades han emitido diversas alertas por calor extremo, alcanzando temperaturas récord en ciertos puntos de la región. En particular, la localidad de Laudio, en Álava, rompió marcas históricas con 44 grados el día 12. Otras áreas como Igorre, Zalla y Balmaseda también sintieron el azote de estas temperaturas extremas, sobrepasando los 42 grados.

Analizando los datos por grupos etarios, se observa que una parte considerable de las víctimas, un 69%, eran personas mayores de 85 años, con un total de 18 decesos en esta franja. Además, se registraron cuatro muertes en el grupo de 75 a 84 años, dos en la franja de 65 a 74 años, y una en el grupo de 45 a 64 años, evidenciando así el impacto desproporcionado que estas olas de calor tienen sobre la población más vulnerable.

Este verano, en su conjunto, ha sido particularmente mortífero, sumando ya 65 muertes asociadas a las altas temperaturas. En el desglose, se apuntan 27 muertes en junio, 12 en julio y las 26 mencionadas en agosto. Comparativamente, en el verano del año pasado, solo se registraron 13 fallecimientos debido a estas circunstancias climáticas. Esta situación plantea serias interrogantes sobre la preparación y respuesta frente a eventos climáticos extremos en nuestra sociedad.