
Irene Montero, ministra de Igualdad, ha condenado los ataques y agresiones racistas dirigidos hacia el jugador del Real Madrid, Vinicius, y ha solicitado una gran unidad social enfrente del racismo y la xenofobia. Según la ministra, este tipo de comportamientos se deben a la normalización de discursos de odio, racistas y xenófobos, como los de la presentadora del prime time, Ana Rosa Quintana.
Montero, que se encontraba en Errenteria para participar en un acto electoral, ha hablado sobre los insultos racistas sufridos por el jugador Vinicius Junior durante el partido contra el Valencia en el estadio de Mestalla, donde según la denuncia del jugador, le llamaron "mono".
La ministra de Igualdad ha condenado firmemente los ataques y agresiones racistas en contra de Vinicius, y ha lamentado que estos tipos de crímenes continúen siendo habituales en diferentes ámbitos deportivos. Según Montero, todo este tipo de comportamientos son el resultado de la normalización de discursos de odio, racistas y xenófobos, como los de Ana Rosa Quintana, presentadora del prime time en España, quien aseguró en una ocasión haberse criado en "el barrio obrero" de Usera "antes de que fuera Chinatown".
La ministra ha manifestado que normalizar y banalizar los discursos de odio, racismos y xenofobias tienen consecuencias graves, por lo que ha solicitado la ayuda de la ciudadanía para ponerle fin a este tipo de actitudes. Según ella, es fundamental que haya un gran cordón social que proteja a la sociedad española, ya que es una sociedad diversa y que respeta a todo el mundo, sea cual sea el color de su piel.
Además, ha recordado la puesta en marcha del teléfono 021, que proporciona asesoría a todas las personas racializadas que sufren agresiones racistas o xenófobas.
La ministra ha pedido la colaboración ciudadana para poder combatir el racismo en el mundo del fútbol, sugiriendo la implementación de medidas de prevención y sensibilización, así como la detección de casos concretos para poder combatirlos adecuadamente. Según la ministra, el racismo no es un problema puntual, sino un problema estructural de nuestra sociedad, donde es necesario trabajar de forma profunda para poder construir sociedades en las que nadie, por su color de piel, por su origen, o por su procedencia, pueda ser discriminado.
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